CARBÓN VEGETAL. EL CARBONERO. (Texto e imágenes iniciales Jose Etxegoien)
Sabré encontrar las fuentes, por sendas de cabreros;
En qué parte de el monte los mejores maderos
Y qué encinas se tronchan para tostar carbón;
Sabré dar con el jarro de leche, en las chabolas
Empujaré sus puertas, si las encuentro solas,
Y pagaré, dejando medio pan, mi ración.
Eduardo Marquina, del poema “Ruinas en la montaña”, 1914
Estos versos de Marquina se refieren al entorno de Auritz-Burguete, donde veraneó varios años, paseando por Artzibar, Aezkoa, Orreaga… paisajes y gentes que se ven reflejados en sus poemas.
El carbonero era otro oficio habitual en la zona. Todos los pueblos y valles según las épocas tenían más o menos carboneros. Destacaba el entorno de Orotz Betelu, que solían producir carbón para la ferrería de Olaldea. Los datos del siglo XVIII al XX, indican que se hacía bastante carbón en Artzibar.
La primera cita que conocemos se relaciona con la minería. El rey de Navarra en 1362 ordenará que una vez a la semana, o cuando lo mande el director de las minas, Bracha, que los valles de Artzibar, Erroibar y Aezkoa tenían que hacer carbón vegetal en sus propios valles y llevarlo a las nuevas minas abiertas en Urrobi:
“traer et carriar el carbon et fusta a nuestra minera de Vrroui vn dia en la semana, por tal que el dicho carbon sea fecho en logares menos daynosos a vosotros, por que vos mandamos et a cada uno de uos que el dicho carreo de carbon et fusta fagades graçiosament con todas vuestras bestias cada que por Bracha, maestro de la minera seades requeridos vna dia en la semana en tal manera que por falta d’esto la dicha nuestra minera no aya a çessar.”
Ya en el siglo XIX, en el diccionario de Madoz de 1850, se habla de varios pueblos que hacen carbón. En general lo cita como oficio del valle, “ademas de la agricultura, se ocupan los habitantes en el corte de maderas de construcción, en el carboneo y arriería….”. Y en particular lo cita en Imizkotz, “algunos vecinos se dedican á hacer carbón que conducen á Aoiz y Lumbier”, o en Azparren, “se dedican los habitantes al carboneo”. El mismo diccionario describe la situación industrial de Orotz, “una fábrica de hierro que promete muchos rendimientos en razón á que abunda el mineral y no escasea el carbón, á cuya fabricación se dedican muchos moradores”.
En 1868 encontramos una pequeña anécdota de un carbonero de la zona de Hiriberri. Es el relato de un clérigo carlista que vuelve de incógnito del exilio y pasa por el valle. Leemos el texto:
“[…] seguimos la senda de un monte espeso, donde encontramos a un carbonero, puede decirse dueño y señor del bosque, su aspecto es de un anacoreta flaco y estrecho de cara y rostro, como San jerónimo cuando se empleaba en el desierto ayunando rigurosamente y trasladando canastas de tierra de una parte a otra para domar la carne y resistir las tentaciones. Así, éste no posee nada fuera de los utensilios de hacer el carbón, allí no hay ni pan, ni agua, se encienden los sacos de carbón cargados en el macho para llevar al pueblo, y si no por nuestra ayuda se abrasan los tres, carbonero, bestia y amo de ésta. No hay agua para trance tan apurado, y quedan tendidos los sacos y el carbón por el suelo; segunda vez llenamos los sacos de otra hoya que tiene preparada para llevar a Pamplona, también se enciende un saco, que con tierra apagamos.
En Orotz además del carbón para la fábrica, si el mercado era propicio, vendían el carbón también en Iruñea. Leoncio Urabayen en su estudio sobre Orotz de 1916 explica cómo hacían carbón en el pueblo:
“Aprovechando la madera que no sirve para los usos anteriores, se fabrica también carbón. Para ello se hacen montones cupula.res de 3 á 4 metros de altura y otro tanto de diámetro en la base, con leña partida. Hecho el montón se recubre de tierra y se le da fuego por un punto de la circunferencia de la hase, tapando luego el orificio que ha servido para este objeto. La leña va quemándose lentamente y cuando los carboneros estiman que ya está hecha quitan la tierra y sacan el carbón, que una vez enfriado es metido en sacos.”
A principios del siglo XX, se desarrolló en Olaldea una técnica de bajar la madera en vagonetas, madera que servía en parte producir producir carbón para la papelera, fábrica que estuvo abierta durante 20 años. Otra parte de la madera se utilizaba para hacer la pasta de papel. La diferencia de estas vagonetas con los trenes es que no tenía tracción mecánica, sólo se utilizaba el desnivel de bajada para coger velocidad. El proyecto lo desarrolló el oroztarra Leopoldo Garmendia para bajar la madera de los montes de Orotz y Azparren. El desarrollo de esta técnica lo describe nuevamente Urabayen:
“La leña de haya, destinada á ser quemada en los hornos (como sustitutivo del carbón mineral) y á producir pasta de papel, se ha explotado durante diez años en la siguiente forma: Las cortas se hacían en la parte alta del monte, pero las dificultades para bajar la leña á la fábrica eran grandes. En las primeras explotaciones se hacía esto por medio de caballerías, pero el procedimiento resultaba muy costoso, y muy lento. En las explotaciones sucesivas se obró así: cortada la leña, se colocaba en montones de un metro cúbico (estéreos); cada tres de éstos se ponían sobre leras (trineos formados por dos tablas puestas de canto, unidas por travesaños), arrastradas por bueyes uncidos á ellas por una lanza rígida que servía para contener la lera en las pendientes, al mismo tiempo que para arrastrarla en los llanos y cuestas arriba. Las leras eran llevadas hasta el punto desde el cual la leña era arrojada por una canal de 900 metros de longitud, 40 centímetros de anchura y 40 por 100 de pendiente. Esa canal (que llamaban ristro) estaba hecha con dos tablas que formaban el fondo y otras dos laterales. Al pie del canal arrancaba una vía de rieles de madera, de 80 centímetros de anchura y 10 por 100 de pendiente, construída á media ladera; así llegaba hasta el río Irati que había que atravesar por ecnontrarse la fábrica en la otra orilla. El paso se hacía por un puente ligerísimo, sostenido sobre pies derechos de madera y de unos 8 metros de altura, que hubo que construir con grandísimo cuidado, aprovechando una enorme roca, porque la corriente es allí fortísima en las crecidas y se necesitaba no oponerse sino burlar el río, que se había ya llevado dos puentes colocados en sitio no lejano. Las vagonetas que circulaban por la vía estaban constituídas por un armazón de madera montado sobre dos pares de ruedas metálicas. Delante y detrás llevaban á cada paralelógramo de madera, que podían colocarse vertical ú horizontalmente sobre el armazón. Puestos verticalmente, servían para sostener la leña, la cual por la parte superior se sujetaba con un cable, que podía atirantarse y que iba del travesaño superior del uno al otro paralelógramo. Además, como la pendiente era muy fuerte, las vagonetas poseían un sólido freno, que era manejado con un pie por el que conducía la vagoneta…”
En las guías comerciales de Navarra del siglo XX también son citados algunos carboneros locales.
En la de 1924 en Hiriberri tenemos a Pedro Reta como tratante de pieles y lanas que también vende leñas y carbones. También hubo alguna pequeña empresa, como la que se cita en 1932 de Martínez e hijos de Nagore, fabricantes de carbón vegetal, de abonos minerales, que además ese año regentaban una de las dos tabernas que tenía Nagore, e indicando incluso que tenían una mercería.
En la guía de 1953 se cita a José Aranas como productor de carbón vegetal de Hiriberri-Villanueva, y sobre el pueblo se dice que tiene “Extensas arboledas que proporcionan maderas de construcción, leñas y carbón”. En Arrieta ese mismo año se citan como productores a Juan Vicente y Miguel Vizcay.